UN ACTOR BUSCA 4 PERSONAJES

Una valiente y ambiciosa propuesta en la que un solo actor da vida a cuatro personajes en torno a la figura del terrateniente Puntila, completamente embriagado, quien, a través de sus delirantes palabras, invita al espectador a una reflexión sobre la condición humana.



Actor y director: TOMÁS P. SZNAIDERMAN
Adaptación: TPS, sobre una obra de BERTOLT BRECHT

FUNCIONES /
sábado 9 marzo a las 19:30h y a las 20:30h
Duración: 20"
Aportación: 5€
INFO Y RESERVAS: 619 032 514




Sinopsis


¿Qué es el poder? ¿Cuántas identidades tiene el poder? ¿Es el poder un tipo de esquizofrenia?
Dos borrachos, Puntila (terrateniente) y su cuñado (un juez) se encuentran en una taberna de carretera hace dos días. Puntila pregunta -Camarero, ¿cuanto tiempo llevamos aquí?... esta pregunta es la que desata un casi interminable diálogo/monólogo con su cuñado que casi ni se inmuta, hasta que entra el chofer que hace dos días espera afuera.
El actor logra meterse en el rol de todos los presentes, desdoblándose cada vez que sea necesario.




Más

Tomás P. Sznaiderman viene desde Córdoba a mostrarnos su último trabajo como director y actor. Se trata de una pieza muy intensa y complicada y sin duda, el polifacético hombre de teatro que es Tomás, nos mantendrá pegados a la butaca 20", y seguro que no dejará indiferente a nadie. Es un artista, no os lo perdáis.



Crónica sobre la pieza por el Club Express:
Un ejercicio casi de contorsionismo es el que ofreció Tomás P. Sznaiderman (Pichincha Homeless) en una adaptación de la obra de Bertolt Brecht “El señor Puntila y su criado Matti”. Una valiente y ambiciosa propuesta en la que un solo actor daba vida a cuatro personajes en torno a la figura del terrateniente Puntila, completamente embriagado, quien, a través de sus delirantes palabras, invitaba al espectador a una reflexión sobre la condición humana.
El ágil discurso y el diálogo entre los cuatros personajes contribuían a reconstruir al personaje del “señorito andaluz” que nos retrotrae a una época donde las diferencias sociales eran patentes, pero que, tan sutilmente, Tomás logra difuminar mediante una escena que mueve al espectador hasta la compasión por el “poderoso” frente a la dignidad de los demás personajes a su servicio.
Disgresión: Especialmente entrañable fue la introducción a la pieza, en un ejercicio de metateatro, donde el actor presentaba los elementos de la escena y “se justificaba”, no sin ironía, por la escasez de recursos para su representación.